Mars Attacks!



La victoria en las elecciones está sobrevalorada. Es un argumento que el partido que más votos ha sacado, encontrándose en la oposición, articula para intentar engañar a la opinión pública, ya que por muchos votos que tenga, su representación es minoritaria. Poniendo un símil futbolístico, es como aquella época pasada en la que el Barcelona no ganaba ningún título, pero si se daba una victoria en el Bernabéu se contaba como tal. Victoria inútil y engañosa.

En el panorama electoral actual, tanto en el congreso como en la asamblea local, estas circunstancias obligan a establecer pactos entre diferentes y contrarios. Pactos que podrían parecer sencillos, ya que la fragmentación que se ha producido es entre partes, es decir, se ha dividido por la mitad a la derecha y a la izquierda, entrando a jugar los extremos. ¿Por qué no podrían ponerse de acuerdo fácilmente los extremos con los moderados de su cuerda? Evidente: son rivales directos en las urnas. Es como meter al zorro en el gallinero, darle ministerios o consejerías al que, en cuatro años, te va a robar votos. De ahí esa resistencia, esas vueltas y vueltas, que nos ponen tan nerviosos y nos hacen volver a votar ene veces.

Tal vez habría que reducir el poder de los cargos, presidentes, ministros y consejeros, para que sus decisiones fueran más asamblearias, ya sea por los plenos o por las comisiones, en las que los pesos de decisión imitan al emanado de las urnas. Así el reparto de sillones no sería tan importante, saldrían los gobiernos con mayor rapidez, y empezaría antes la fase de acuerdo y persuasión.

Gran palabra, tan de moda como Unamuno y su película. ‘Para convencer hay que persuadir’, es parte del discurso que se le atribuye y que, al parecer, dista mucho de la realidad. Pero no importa, nos quedaremos con el mensaje: menos imponer y más proponer desde lo que une a las distintas posturas. Parece sencillo, y más en estos días en los que no hay tanta diferencia ideológica real entre los distintos polos. Ni la derecha ni la izquierda abogan por las propuestas más radicales que en principio les asignan los cánones. Ya todo está en manos de la economía.




Esa sería la teoría. Ahora entran los chicos del marketing.

Legiones de asesores expertos en mercadotecnia, estadística, antropología, sociología, redes sociales, teoría de juegos, etc. que saben hasta latín: cum finis est licitus, etiam media sunt licita. Y es que el fin justifica los medios. Estos equipos están en campaña diaria, y llegan a tener tanto poder que toda decisión, cómo se toma y cómo se comunica pasa por sus manos. Si no vende, no se hace, todo tiene que tener tasado un número de votos a favor o en contra del adversario.

¿Piensan que la forma de publicar los nombramientos de los ministros de Sánchez es aleatoria? O la escenografía en las ruedas de prensa informativas sobre la pandemia. Esos uniformes, ese experto, esos atriles, esa palabra tan repetida: “compatriotas”. El coronavirus es el invasor alienígena que viene a atacar a España, y nosotros vamos a salvaros. No tenemos culpa de nada.


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